[30 de marzo de 2011, Espacio Cultural Carlos Gardel] Teatro leído, una sillas para los actores y una mesita para China, nada más, sin escenografía y con el libreto en mano de cada uno. Con ese panorama uno piensa que va a ver una obra de menor categoría, sin embargo todo lo contrario, una de los mejores espectáculos de los que tengo memoria. China es la madre que consiente a su hijo varón, el preferido, el cual para sus ojos siempre está enfermo y adolece de algo grave. La historia se centra en 1910 donde tener un almacén era signo de prosperidad pero no resultaba bien visto, el marido de China en la ficción era dueño de uno de estos negocios, y el más escéptico a copiar lo que hacían las vecina de enfrente. Por el contrario las hijas de este matrimonio vivían pendientes, si una de allá se casaba una de ellas tenía que contraer matrimonio, aunque más no fuera con la mano derecha del dueño del almacén, un agarrado que contaba cada peso que salía de su bolsillo. Si las otras se iban caminando a Luján, ellas lo hacían también. Si de luna de miel se iban a Montevideo, las hijas de China la copiaban y al menos llegaban hasta Mar del Plata. Una obra muy graciosa, que además tiene una historia de amor que se forma, otra que se rompe y una familia que su vida pasa por lo que hagan las de enfrente.
