[25 de mayo, 2011] Entramos a la Plaza de Mayo por Defensa y Alsina, justo en esa esquina estaban sirviendo chocolate caliente y regalando alfajores, los tomamos y fuimos a ver de qué se trataba la fiesta. Fuimos lo más adelante posible hasta toparnos con un vallado negro, del otro lado pero pegando la vuelta estaba el recientemente inaugurado por la presidenta Museo del Bicentenario, quisimos saber que contenía la nueva instalación y lo primero que apareció fue un inmenso calor, la gente allí dentro estaba de remera, y algunos que no se habían querido sacar la campera, se encontraban con un fuego que salía provenientes de su interior, las paredes de piedra claritas eran lo que había quedado en aquel subsuelo trasero a la Plaza de Mayo, una de las primeras cosas que se muestra es un escritorio que perteneció a Sarmiento, en otro cubículo custodiado por los granadero estaba un sillón de funda roja usado por Cristina y Néstor. Volvimos a la Plaza y había cumbia, todavía la gente estaba llegando y partimos para volver, La Plaza es un amor al que siempre se vuelve
