{domingo 17 de abril, 2011} Fuimos al pasaje Carlos Gardel, una calle peatonal que sale como una alfombra roja del shopping Abasto, a ver al aire libre la película de la directora Andrea Yannino
Soi Cumbio sobre la flogger más famosa de Argentina, Cumbio. Lo primero que me llamó la atención fue que Agustina Vivero tenga una computadora vieja, de esos monitores blanco cremita que se acomoda como si fuese un telescopio, a gusto y piacere del que la usa. La dueña del fotolog dice frente a cámara, recostada en la tranquilidad de su pieza, "mi familia no me entiende" y unos minutos anteriores la madre decía con la mandíbula un poco salida hacia afuera "y por qué la llamaron cumbio si es una nena, eso es lo que no comprendo", el padre se muestra con sentido del humor y cambia de sus brazos una niña por otra, aduciendo que una no la quería, ¿serán sobrinas de la
muchacha de ojos tristes?, como la bautizaron en la tele. Antes de comenzar el film, Andrea dice "estamos esperando a Agustina...una persona que es referente del barrio del Abasto", pero vamos a mitad de la película y ella no aparece, está en la pantalla, adentro, como todos los famosos, que son tan irreales que únicamente los podemos ubicar metidos en una caja. Me sorprende al ver que Cumbio, la que salía en tele cada dos por tres, se paseaba tranquila por las escalinatas del abasto, donde se juntaban todos los de su condición flequillos agazapados a la frente, teñidos, aros en las bocas; Vivero dice ser la que hizo conocida a esta especie en un principio rara llamada floggers, en eso una periodista de Clarín llama, Agustina contesta en alta voz, quieren hacerle una nota sobre la opresión de los jóvenes, ella dice no con la cabeza y luego lo expresa cuando la reportera termina de hablar, "no tengo nada que hablar de eso".
